Sala IV ordena al AyA llevar agua potable a comunidad bribri tras 30 años de espera

En lo profundo de la montaña costarricense, la comunidad bribri de Meleruk, en Talamanca, obtuvo una victoria legal y moral que lleva 30 años esperando. A finales de febrero, la Sala Constitucional ordenó al Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) abastecer de forma inmediata con agua potable a esta población indígena históricamente excluida de los servicios básicos .

Aunque la sentencia se conoció en marzo, ningún medio nacional le dedicó más que unas líneas. Pero para las 280 personas que habitan Meleruk, es un acontecimiento que cambia su historia.

Por años, Meleruk se sostuvo con un sistema de agua artesanal y frágil. Cuando su bomba colapsó, la comunidad quedó totalmente desprovista de agua potable, dependiendo de baldes, garrafones y caminatas largas a otras localidades para conseguir agua limpia .

La Sala IV fue tajante: la falta de acceso al agua viola derechos fundamentales como la salud, la vida y la dignidad. Además, responsabilizó directamente al AyA por no haber cumplido sus deberes a pesar de múltiples estudios técnicos realizados en el pasado que quedaron engavetados .

📌 La sentencia ordena:

• Envío de camiones cisterna con agua potable en un plazo no mayor a 5 días

• Diseño y aprobación de una solución técnica viable en menos de 1 año

• Ejecución del acueducto completo en un plazo máximo de 2 años

La comunidad celebró con emoción contenida. “Por fin nos escucharon”, dijo una de sus líderes. Aunque saben que los camiones cisterna no son la solución definitiva, el fallo marca un antes y un después en la relación entre el Estado y los pueblos indígenas del Caribe Sur.

Además, sienta un precedente para otras comunidades originarias que aún hoy, en pleno 2025, carecen de servicios esenciales. La desigualdad estructural en acceso al agua es un reflejo de una deuda histórica que Costa Rica aún no ha saldado.

Lo que más resalta de este caso es que la justicia vino de abajo hacia arriba: fueron los propios vecinos quienes documentaron, denunciaron y llevaron el caso hasta la Corte. No hubo cámaras, no hubo escándalo político, solo resistencia y dignidad.

Meleruk no pidió privilegios. Solo pidió agua. Y después de tres décadas, la justicia fluyó como un río que nunca debió haberse secado.

📌 Fuentes y referencias:

• La Nación

• CRHoy

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